Entra un tipo a la joyería con la intención de comprarle a la novia un anillo de compromiso.
Se pone a examinar los anillos en exhibición tras la vitrina y uno, en especial, le llama la atención.
- Disculpe, le pregunta al joyero, ¿Cuánto cuesta este anillo?
- ¡Ah, es una pieza bellísima!, sólo le va a costar 10.000.
- ¡Ay! ¡Eso es mucho dinero!
- Pero, amigo, dice, condescendiente, el joyero. Un diamante es para toda la vida.
- Quizás, señor, pero no planeo que mi matrimonio dure tanto.
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